Por Haguit Zahava
Ya sea que lo has visto en películas, revistas o juegos, el laberinto es muy conocido en nuestra sociedad, ha existido por miles de años y se utiliza en diversas culturas, en tradiciones místicas y religiosas de todo el mundo.
pero que es desde la cábala? en hebreo “laberinto” se dice Mavoj y su gematría es el número 32. Como nos enseñan los sabios cabalistas 32 es el valor numérico de la primera letra de la Torá, Beth, sumado a la última letra Lamed, por eso comparan la Torah como un laberinto, 32 también es la gematría de Lev que es corazón, lo que permite asociar el laberinto con la Torá y el corazón.
Un laberinto es construido con patrones geométricos, ya sea de líneas rectas o espirales a modo de que sus caminos se entrecruzan, donde la entrada es conocida pero no su salida, su finalidad es confundir a quien entra para que no encuentre la salida, pero desde una perspectiva cabalística es una herramienta para ayudar nuestra conciencia.
A menudo en nuestro transitar por este plano terrenal sentimos quedar atrapados en un laberinto, no hay manera de retroceder, pero tampoco de avanzar, y nos quedamos sumergidos en la frustración del no saber que hacer, muchas preguntas y pocas respuestas.
Vamos a partir desde el concepto de que somos energía, y todo lo que afecta esa energía se comienza a reflejar ya sea en el cuerpo, en nuestras acciones y pensamientos, en el momento que entramos a un laberinto, tienes que saber que es un proceso de corrección, porque? cuando más oscuro esta es cuando más fuerza produces, a esto se le llama producir una energía más fuerte un ejemplo sería que en las épocas del año desde el judaísmo que son más oscuras, es cuando se producen más milagros, recordemos las fiestas de Janucá, porque la fuerza energética que hace tu cuerpo se impulsa por el tipo de temporada que estás viviendo produciendo mayor energía y creando un milagro.
La energía no es por niveles, es por fuerza y se mide por vibración. La solución de muchos problemas complejos suele ser más sencilla de lo que pensamos, los sabios nos exhortan adentrarnos a la Torá y sumergirnos con el corazón, en pocas palabras atrevernos a entrar al laberinto aun cuando no vemos salida, y todo esté muy oscuro, a practicar nuestra espiritualidad en una atmósfera que está muy oscura para así generar luz, ese es el aceite de nuestra lámpara y el aceite de la lámpara de la tierra.
Entrar en el laberinto es sanar nuestra energía, limpiar la atmósfera, hacer de esa energía una vital y renovadora, cuando una energía es débil, está enferma y la raíz de la palabra enferma es débil.
Este laberinto no es para muerte, es para transformarte y elevarte, para ti, tu hogar y todo aquel que necesite conectar su vida apagada, y encuentre en ti ese receptáculo que lo vuelva a conectar a luz del Creador. ¡Entra sin miedo! todo va a estar bien!
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