El Arte de la Imperfección

Por Ivan Gomez

En nuestra sociedad contemporánea, a menudo nos vemos inmersos en la búsqueda incansable de la perfección. La arraigada creencia de que todo debe ser ideal y sin defectos puede generar ansiedad y desesperación cuando nos enfrentamos a las inevitables imperfecciones de la vida. Pero, ¿y si consideramos que la imperfección es una parte esencial de nuestro viaje?

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Imagina por un momento que este mundo no fue concebido como una obra finalizada, sino como un lienzo en constante evolución. Cada experiencia, cada desafío, representa una oportunidad para contribuir a la grandiosa obra maestra que es nuestra existencia. Así como un escultor da forma a una figura desde un bloque de mármol, tú, con cada elección y acción, puedes esculpir tu vida hacia la plenitud y la rectitud.

Nuestros sabios cabalisticos nos enseñan que este mundo no fue creado perfecto desde el principio. Más bien, nos dejaron la idea de que existe una aspiración constante hacia la perfección, un movimiento continuo hacia la realización y la rectificación. Es un llamado a la acción para que, como co-creadores de nuestra realidad, participemos activamente en el proceso de perfeccionamiento (no perfeccionismo).

Rabí Najman de Breslev, un sabio cuyas palabras resuenan a través del tiempo, nos ofrece un valioso antídoto para abordar las imperfecciones de la vida. Él dijo: “Un poco también es mucho”. ¡Mira qué maravillosa esta frase!

Hay grandeza en todo lo que haces, incluso en esas pequeñas acciones, en ese “pequeño” progreso. Entonces, en lugar de sucumbir a la desesperación cuando las cosas no salen según lo planeado, ¿por qué no preguntarte: qué aspecto de mi vida necesita ser rectificado? ¿Cómo puedo contribuir, aunque sea un poco, a mejorar esa área?

Valora tus pequeñas victorias. Saboréalas. La clave radica en cambiar tu perspectiva del perfeccionismo hacia el perfeccionamiento. Me refiero a no sufrir porque no eres perfecto(a) o no hiciste algo perfectamente, sino más bien reflexionar sobre cómo puedes ir mejorando paso a paso.

Cada paso hacia adelante te acerca al propósito más elevado de tu existencia: el tikún, la rectificación y completitud. En este lienzo en constante evolución, cada pincelada imperfecta contribuye a la belleza única de tu propia obra maestra.