Explorando las raíces bíblicas del monoteísmo judío

"Yo soy el Señor, y no hay otro; aparte de mí no hay Dios. Te fortalezco, aunque tú no me conozcas, para que todos sepan, desde el oriente hasta el occidente, que no hay otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro".

By Ivan Gomez

La creencia en un solo Dios es uno de los pilares fundamentales del judaísmo. Desde los tiempos de Abraham, Isaac y Jacob, los judíos han creído en un solo Dios, quien es el creador del universo y la fuente de toda vida.

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En primer lugar, los judíos creen en un solo Dios porque así lo enseña la Torá, el libro sagrado del judaísmo. En Deuteronomio 6:4-5, se establece el Shemá, que es una declaración de fe en un solo Dios: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”. Esta es una de las oraciones más importantes en el judaísmo, y se recita diariamente en las oraciones matutinas y vespertinas.

En segundo lugar, los judíos creen en un solo Dios porque esto es coherente con su comprensión de la naturaleza de Dios. En el judaísmo, Dios es visto como un ser personal y trascendente que es el creador y sustentador del universo. A diferencia de las religiones politeístas, donde se adoran a muchos dioses, los judíos creen que no puede haber más de un Dios verdadero.

En tercer lugar, los judíos creen en un solo Dios porque esto les permite centrarse en la relación con Dios. En el judaísmo, la relación con Dios es el centro de la vida religiosa, y se expresa a través del estudio de la Torá, la observancia de los mandamientos y las oraciones. Al creer en un solo Dios, los judíos pueden centrarse en desarrollar una relación más profunda con Él, sin distracciones de otros dioses o fuerzas divinas.

Otra cita bíblica importante que respalda la creencia en un solo Dios es Isaías 45:5-6, donde Dios se presenta a sí mismo como el único Dios verdadero: “Yo soy el Señor, y no hay otro; aparte de mí no hay Dios. Te fortalezco, aunque tú no me conozcas, para que todos sepan, desde el oriente hasta el occidente, que no hay otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro”.